Donde China, por el momento, no puede competir
Jesús Castillo Abascal
“El principal obstáculo al pensamiento crítico no es la falta de gente apta y capacitada sino la dificultad que estas personas encuentran a la hora de desarrollar ideas y enseñanzas”.
Wang Chong (王充)
(siglo I d.C. Dinastía Han)
(Imagen de Fang Lijun)
Una vez, oí decir que los chinos han tenido durante toda su historia una mirada al futuro muy diferente a la nuestra en Occidente.
El historiador de arte y erudito francés Elie Faure, comentaba que “el mundo indoeuropeo con todo su instinto mira y camina hacia su destino de frente. El mundo chino, con toda su conciencia y pensamiento, se vuelca hacia su pasado; pareciera que siempre mirase a sus progenitores y a los descendientes de los descendientes, pareciera como si el país fuese dirigido por sus antepasados. Algo así como caminar de espaldas hacia el futuro”.
De hecho en el idioma chino, muchas acciones de futuro se suelen expresar casi siempre utilizando el ideograma 后(hòu) que significa detrás后来 ( hòulái = más tarde ), 后天 ( hòutiān = pasado mañana ) ), 以后 ( yĭhòu = luego ), 之后 ( zhīhòu = posteriormente),
El respeto al pasado
Tradicionalmente en China, se mira y respetan las tradiciones de los antepasados de una manera casi constante. Es algo cuasi religioso e innato y está presente en todas las familias y núcleos sociales. En estas circunstancias, la originalidad, la inventiva y la innovación tienen escaso valor y nunca han sido consideradas como una cualidad del individuo, pues crear algo nuevo supone, de alguna manera, acelerar la ruptura con el pasado e implica poner en evidencia la madurez y excelencia de los antepasados. Supone también una falta de respeto y de afecto por ellos que pudiera herir ciertas susceptibilidades.
En un artista o en un calígrafo, por ejemplo, se ha valorado siempre la imitación o copia de los grandes maestros más que la invención o creación de nuevos estilos. Incluso Confucio (siglo V a.C.) a la hora de exponer sus ideas, no se presentaba como un reformador o innovador sino que atribuía a sus antepasados el mérito de todas sus enseñanzas:
"Yo no invento nada. Sólo transmito, copio y recuerdo las enseñanzas de nuestros antepasados".
Allá por el siglo I de nuestra era, durante la dinastía Han, existió un gran pensador llamado Wáng Chōng (王充) del que, aunque poco conocido, se sabe que era un gran defensor del pensamiento crítico.
Para Wáng Chōng, la originalidad, iniciativa y el espíritu de innovación constituían una cualidad en el individuo. Principalmente cuando se orientaban a resultados prácticos. En sus escritos, muy racionales y didácticos, reivindicaba también el criterio propio.
Para ello Wáng Chōng, animaba a estudiar con espíritu crítico a los antepasados que, pudiendo haber evitado ciertos errores, no lo hicieron por docilidad y resignación.Uno de los reproches que les dirigía era su sumisión al presente sin ningún tipo de aportación a las enseñanzas de sus mayores. Llegó incluso a exigir clarificaciones sobre algunas de las enseñanzas de Confucio para su mejor entendimiento: “¿porqué no preguntamos más, especialmente aquello que no entendemos?”. No hay nada malo en estar en desacuerdo con algunos conceptos...
En su reputado libro titulado Lún Háng (论行) escribe así: “Trasmitir el conocimiento de nuestros antepasados y enseñar lo que se ha aprendido memorizando, sin ningún tipo de aportación personal, sin ser capaz de reflexionar o de juzgar, tiene el mismo mérito que el bedel que pasa un mensaje de una mesa a otra.”
Esta defensa del pensamiento crítico quizá nos pueda parecer algo muy normal hoy en día pero, en esa época y sobre todo en una sociedad donde se respetaba de manera casi endiosada a las grandes filósofos del pasado, era algo verdaderamente extraordinario.
Wáng Chōng fue uno de los pensadores más originales de su época y su pensamiento tuvo notable alcance si bien, tiempo después, su voz cayó en el olvido ya que el poder temía con aprensión las repercusiones y desequilibrios sociales que podría engendrar el espíritu crítico que pregonaba. Fue después de la caída de la última dinastía Qing en 1911 y en los comienzos de la primera República cuando Wáng Chōng fue rescatado por grandes pensadores y escritores de la época como Liang Qi Chao 梁启超y Luxun 鲁迅entre otros.
Este hecho, unido a las traducciones que sobre obras de filosofía y ciencia occidental muchos misioneros llevaron a cabo en China, pero sobre todo al entusiasmo innovador que transmitieron los muchos estudiantes chinos en universidades japonesas, americanas y australianas, de regreso a su país, produjeron la única década en los dos últimos siglos donde ha habido una auténtica revolución y cambio en el ámbito de las ideas y la creación. China vivió entonces un florecimiento extraordinario del pensamiento, fundándose Universidades y modernos centros de formación. Pero la crisis política y el caos interno pusieron fin en poco tiempo a este apogeo que, duró tan solo unos años.
Obstáculos para la innovación
Hoy en día el pensamiento "no critico" ha vuelto y, alentado cada vez más por el Partido es, por carecer de mérito, un gran obstáculo a la hora de innovar. Esta es otra de las grandes contradicciones (矛盾) de ese país pues al mismo tiempo vemos que, en los últimos meses, bajo el eslogan “MADE IN CHINA 2025” se pone el acento "presupuestario" en la Innovación con una inversión en I+D que, según el China Daily, se espera sobrepase en 2022 a la de EEUU en aproximadamente 600.000 millones de dólares anuales. ¡Gran paradoja!
El profesor Hu Xindou (胡星斗) del Instituto de Tecnología de Pekín alertaba en un blog sobre el sistema educativo en China, basado principalmente en la memorización. Al menos esa es la característica más importante en los famosos exámenes del Gao Kao (高考) en los que la creatividad y el pensamiento crítico son " irrelevantes". Aparte, los profesores son remunerados de acuerdo a los alumnos que pasan las pruebas y no por la comprensión de los temas que enseñan.
“¿Cómo -se pregunta el profesor- sin apenas un mínimo de escepticismo puede el sistema educativo en China prosperar y abrir un espacio a la ciencia y a la innovación? ¿Cómo es posible que nuestra nación llegue a tener una cultura y ciencia prósperas si no podemos tener acceso a Google y otras fuentes de información? No es de extrañar, por tanto, que nuestro país no tenga en este momento grandes cerebros”. Continúa: “Si China quiere liderar el mundo tecnológico, necesitará de una flexibilidad y libertad que parecen poco probables en un futuro.”
El profesor Hu se lamentaba también del contraste entre el aprendizaje basado en la tradición crítica y analítica de Occidente y el énfasis que se hace en China en la trasmisión del conocimiento sin apenas cambios: “En la antigua Grecia se retaba y discutía cualquier idea. El sistema tradicional confucionista del que el régimen actual es heredero, siempre proporciona una jaula. Si uno es suficientemente inteligente puede hacer esa jaula más grande pero nunca ir más allá de un cierto límite.”-
No cabe la menor duda de que para llegar a ser un país innovador con mayúsculas, China deberá abrirse más y censurar menos. Además habrá de sumar más pensamiento crítico para poder afrontar los nuevos retos rompiendo con algunas normas establecidas por el sentido común tradicional.
En conclusión, sin impulsos de cierta magnitud y consistencia, y sin unas fuentes de información abiertas, diversas y contrastables, será muy difícil que el país llegue a liderar algún sector de innovación científica, tecnológica, si quiera artística a pesar de las vanguardias y focos de experimentación que contrastan por su audacia y ambición de ruptura con la característica y abrumadora estética oficial.
Mientras que la inversión del gobierno chino en I+D va a parar principalmente a la compra de tecnología en el extranjero o su adquisición a través de ventajas y preferencias en el mercado interno, como es el caso por ejemplo de los sectores de la aeronáutica, automoción y máquina herramienta, seguirá habiendo fronteras a nuevos avances “Made in China”.
Casi un millón de estudiantes en el extranjero
No obstante, no se debe infravalorar al contingente de más de 900.000 estudiantes chinos (cifras 2015 del Ministerio de Educación Chino) en universidades de élite de todo el mundo. Especialmente en EEUU, Japón y Europa.
Son ellos los que algún día se unirán a esos centros todavía recluidos de think tanks chinos y formarán los grandes núcleos de innovación y tecnología que se están estableciendo en China y que, en el ínterim, ponen en marcha y lideran en la actualidad talentos importados de los mejores centros de I+D del mundo atraídos por unas privilegiadas condiciones materiales, sociales y laborales, y sin duda no compartidas por los cerebros locales.
China, con un concepto del tiempo, sin prisas como el nuestro, se toma su tiempo para llegar a liderar, mirando a su pasado, el futuro de innovación tecnológica. Entretanto, necesitará la aportación del pensamiento crítico de Occidente como fuelle para llevarlo a cabo.
Jesús Castillo Abascal, observador de la realidad china, es un profesional con una larga experiencia en el país, en el que ha vivido desde la década los ochenta.