China, el fútbol y Xi Jinping
Jesús Castillo Abascal
En estos días corren rumores por Pekín de que el jugador de fútbol Lionel Messi ha llegado a un acuerdo de colaboración en los próximos años con un equipo de fútbol chino, una vez termine su contrato con el F.C. Barcelona. El patrocinador deportivo espera poder alargar el filón que supone la figura de Messi para la promoción de la marca deportiva por todo el territorio chino.
Las autoridades del fútbol en China, por su parte, desean que Messi aporte su experiencia a los centros y academias de fútbol que se están erigiendo por todos los rincones del país y, especialmente, que aporte ese rasgo que le caracteriza como jugador: su talento, genialidad y “chispa”.
Hace tiempo que ya se vive con euforia y gran fascinación este deporte en China, una pasión que se intensifica año tras año, en línea con el manifiesto deseo del Presidente Xi Jinping de que su país sea reconocido a nivel mundial no solo por el progreso económico sino también por su éxito futbolístico.
Sin embargo, el equipo nacional chino ocupa el puesto 90 de la clasificación mundial, lo que no concuerda o no está a la altura, políticamente hablando, con la ambición de una población cuyo país detenta el segundo puesto de la economía mundial.
La promoción del fútbol en China
Xi Jinping ha impuesto la obligatoriedad del futbol en las escuelas, ha hecho construir cientos de academias de fútbol y promueve la formación de miles de entrenadores y árbitros. Se espera que se establezcan más de 50.000 escuelas de futbol para el año 2025, con el deseo y objetivo de que los jugadores del equipo nacional adquieran un nivel y estándar internacionales.
Representantes de instituciones deportivas chinas
en las instalaciones del Tottenham Hotspur
A su vez, varios empresarios chinos han ido comprando a lo largo de estos años equipos de primera división europea o participaciones en dichos equipos, y colaboran con academias y escuelas chinas enviando a entrenadores de gran nivel. Otros abren academias por todo el país. Por ejemplo, un gran empresario chino de la construcción ha establecido una academia en la provincia de Guangdong, la más grande del mundo, que cuenta con más de 3.500 estudiantes que disponen de los mejores medios, la mejor calidad en los campos de fútbol, instalaciones, dormitorios, los mejores médicos y nutricionistas deportivos del país y las mejores comidas.
Cuenta, también, con entrenadores de varios equipos europeos de primer nivel, entre ellos 20 del Real Madrid, enviados para desarrollar y aplicar nuevas técnicas y prácticas que más tarde se aplicarán en el equipo nacional.
China ha sido líder en las últimas décadas en deportes individuales como ping pong, natación, gimnasia, etc., pero en fútbol ha sido una historia totalmente diferente pues el equipo del país ha marcado poquísimos goles y apenas ha obtenido trofeos. El último partido de clasificación para el campeonato mundial de 2018 acabó en empate a cero con Irán.
Xi Jinping sabe que cuando un equipo de fútbol gana, todos sus seguidores, sin diferencia de clase, se mantienen unidos y refuerzan su fidelidad y alianza al equipo, lo que políticamente es una ventaja importantísima. Alcanzar también el éxito en el deporte más popular del mundo tendría un gran valor simbólico por su impacto político y emocional en la conciencia del país y en la confianza en el Partido Comunista.
Pero, ¿es realizable este objetivo?
Cultura y creatividad
En esta milenaria cultura china donde todo ha de estar controlado y la tradición educativa confucionista deja muy poco margen para cuestionar nada (o casi nada), la espontaneidad y originalidad destacan por su ausencia.
El fútbol no es una excepción.
El conocido futbolista chino Gao Lei Lei, que ha destacado como goleador en varios equipos chinos y extranjeros (estuvo una temporada jugando con éxito para Unión Esportiva Cornellá), en una entrevista a la BBC manifestó su decepción con el futbol en China: a pesar de los avances en la inversión en medios, en la creación de academias, formación, aplicación de nuevas tácticas de juego y técnicas de entrenamiento, el fútbol de su país no logra despuntar ya que todo está estrictamente controlado y organizado. También la vida privada de cada jugador.
Gao Lei Lei comenta que en esas circunstancias de falta de libertad, la creatividad no se desarrolla ni tampoco se estimula la genialidad tan necesarias en este deporte.
En el fútbol, cada jugada es diferente y pocas jugadas se repiten, la inventiva y la imaginación son importantísimas.
Messi no se formó como jugador en medio de la abundancia, y su chispa ya innata comenzó a germinar divirtiéndose y organizando partidos con los chicos de su barrio. Más tarde, con esa base y en la Masía, fue desarrollando poco a poco su talento futbolístico y esa capacidad de análisis e innovación que le han valido tantos balones de oro y ha dado tanta gloria a su equipo, hasta el punto de que Messi también ha puesto a la ciudad de Barcelona en el mapa chino.
Ya en su primera visita a Alemania en 2009 como Vicepresidente y posteriormente en otras visitas oficiales a países europeos, Xi Jinping ha reiterado como parte del gran sueño chino tres deseos: que el equipo nacional se clasifique para el campeonato mundial, llegar a organizar este campeonato mundial en China, y en tercer lugar que el equipo nacional llegue a ser campeón del mundo.
Su sueño y sus deseos ahí están pero, de momento, el presidente chino ha sido suficientemente prudente y no ha indicado ninguna fecha concreta para alcanzar esos objetivos.
Jesús Castillo Abascal, observador de la realidad china, es un profesional con una larga experiencia en el país, en el que ha vivido desde la década de los ochenta del siglo XX.