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La iniciativa Belt and Road y la UE: ensayo y error, respectivamente, de opciones geoestratégicas

Magdalena Cadagua
Analista de Iberglobal

La iniciativa Belt and Road es la materialización de la estrategia geopolítica china en países emergentes, pero la respuesta de la UE no es ambiciosa en términos estratégicos, de contenidos ni presupuestarios.

Por regla general, estar de acuerdo con el South China Morning Post califica y clasifica a una comentarista. Pero, en esta ocasión, es muy difícil estar en desacuerdo cuando este medio dice “Four lost years: how the EU fumbled its response to China’s belt and road with Global Gateway strategy”. 

Esta iniciativa geoestratégica china tiene multitud de lecturas, pero, en el fondo no pretende otra cosa que un intento de ejercicio de soft power de un aspirante a poder hegemónico. No es una estrategia muy distinta a la que países como Francia o España llevaron a cabo en el curso de los años noventa a través de lo que entonces se llamaban “créditos de ayuda ligada”. Esta financiación de exportaciones en condiciones mucho más favorables que las de mercado fue, de manera simultánea, un inteligente instrumento de expansión comercial y una herramienta útil de proyección política en los países emergentes.

Pero, a pesar de que estos créditos se ajustaban tanto a la normativa de la UE como a los compromisos internacionales en materia de financiación de exportaciones con apoyo oficial y de ayuda oficial al desarrollo, su éxito dio lugar a una rápida reacción. En primera instancia, Estados Unidos anunció la constitución de un war chest destinado a igualar las condiciones financieras ofrecidas por exportadores de los países que hacían uso de estos créditos concesionales o de ayuda. Ante la futilidad de esta iniciativa, su estrategia pasó a basarse, precisamente, en inducir cambios en los anteriormente mencionados compromisos internacionales en materia de financiación de exportaciones, a fin de imposibilitar su práctica. En este caso, la personalidad y la intensidad de la reacción son muestra palpable y evidente del éxito que tuvo, en su momento, esta opción geoestratégica.

Pero la iniciativa china geopolítica china del Belt and Road, aún sin pasar desapercibida, ha carecido de reacción alguna por parte de la UE, más allá de la insólita confusión inicial italiana y la escasa transparencia de las operaciones comerciales que la conforman. Ya habrá ocasión para explicar la pasividad europea por ocupar los vacíos geopolíticos dejados en Asia Central por la retirada rusa y en África por la pérdida de influencia francesa. Por ahora y en el ámbito estrictamente económico, conviene recordar que China, impenitente reclamante de un orden multilateral, está convenientemente ausente de dos foros multilaterales clave como son el Consenso de la OCDE en materia de créditos a la exportación con apoyo oficial y del Club de París. Esto significa que:

  1. China puede establecer las condiciones financieras que considere convenientes a los créditos con los que se financian operaciones de exportación de empresas chinas.

  2. China puede imponer condiciones más restrictivas en los procesos de renegociación de deuda de los países emergentes que renegocian su deuda en el marco del Club de París. Esto implica, de hecho, una transferencia de renta desde los países acreedores que renegocian su deuda en un marco multilateral y, en consecuencia, en condiciones comunes a, en este caso, China.

La iniciativa del Belt and Road es inseparable de la necesidad de las empresas chinas de obra civil por extender su operativa más allá de sus fronteras, donde la rentabilidad de la obra pública comienza a estancarse. A su vez, la acumulación de estas operaciones ha supuesto un notable aumento de la deuda con garantía oficial de países emergentes de la que es titular China. Así, la dependencia de éstos con respecto a China se refuerza tanto por el lado del fresh money para nuevos proyectos como por el de una negociación de la deuda estrictamente bilateral.

La UE no ha sabido leer la jugada geoestratégica china y su respuesta ha sido tardía y clamorosamente tímida, en la medida en que, no nos engañemos, el programa Global Gateway no es sino una agregación de programas previamente existentes. Desde el punto de vista tanto conceptual como presupuestario, la UE ha demostrado muy pocos reflejos y escasa ambición. El premio de consolación puede ser que muchos analistas no esperan que el programa chino tenga gasolina para un gran recorrido.