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Chindia: Asia a la conquista del siglo XXI

 

 

Pablo Bustelo, investigador principal (Asia-Pacífico) del Real Instituto Elcano y profesor titular de Economía Aplicada en la Universidad Complutense de Madrid, acaba de publicar el libro Chindia. Asia a la conquista del siglo XXI, (Tecnos/Real Instituto Elcano, Madrid, 2010), algunas de cuyas principales conclusiones comenta en esta entrevista con Iberchina.

 

Iberchina.-

- ¿Qué es Chindia? ¿Por qué surge este concepto?

Chindia se refiere al conjunto formado por China y la India poniendo especial énfasis en lo que une, en vez de lo que separa, a esos dos países, en los planos económico y estratégico, desde principios del siglo XXI. Esto es, con Chindia lo que se quiere destacar es el carácter mutuamente complementario de las economías de China y la India, así como el acercamiento y la convergencia en su política exterior y sus intereses estratégicos.

El término parece que fue utilizado por primera vez por el político indio Jairam Ramesh, quien publicó en 2005, siendo parlamentario del Partido del Congreso (hoy es Secretario de Estado de Medio Ambiente), un libro titulado Making Sense of Chindia. Haría luego fortuna, por ejemplo en varios reportajes de la revista Business Week. Es cada vez más utilizado, aunque es cierto que hay analistas a los que no les convence mucho.

- ¿Cuál es el objetivo de Chindia: Asia a la conquista del Siglo XXI?

El libro pretende defender la tesis de que China e India van a dominar ciertamente el mundo en el siglo XXI, como han puesto de manifiesto muchos estudios desde hace bastante tiempo, pero que esa preeminencia será anterior, mayor y mejor si se ponen de acuerdo, lo que es un escenario plausible e incluso, en mi opinión, probable. Si Beijing y Delhi acentúan el carácter complementario de sus economías y sus intereses comunes como grandes países en desarrollo, Chindia podría ser, de aquí a no muchos años, una superpotencia determinante en el escenario internacional.

Esa tesis no es muy habitual en los análisis recientes. Por ejemplo, un libro, que acaba de ser publicado, de Jonathan Holslag (China and India: Prospects for Peace) sostiene, en buena medida, el argumento contrario, esto es, una creciente rivalidad entre China e India, que podría incluso frenar su crecimiento económico. Como es sabido, esa tesis de la rivalidad también fue defendida por Bill Emmott, antiguo editor de The Economist, en un libro de 2008. Mi opinión es más parecida a la de Ramesh y otros: se exageran las rivalidades y se suele pasar por alto que China e India están condenadas a entenderse, así como que ese entendimiento sería beneficioso para ambas partes y podría ser un elemento estabilizador en las relaciones internacionales.

Es cierto que hay disputas territoriales y suspicacias militares, pero son, a mi modo de ver, asuntos secundarios ante las posiciones cada vez más convergentes en asuntos globales, internacionales y regionales. Soy perfectamente consciente de que se trata de una tesis poco convencional e incluso provocadora, pero creo que hay argumentos de gran peso para defenderla.

El libro es, me parece, pionero en castellano, porque viene a cubrir un llamativo hueco en la literatura sobre relaciones económicas y estratégicas internacionales. En otros países europeos se han publicado en los últimos años varios estudios sobre el tema. Mi libro es, en suma, un modesto intento de ponerse al día.

- ¿Hasta qué punto las economías de China e India son rivales o complementarias?

En el libro, dedico a este tema buena parte de un capítulo, que se basa, a su vez, en varios artículos publicados previamente. Parece claro que hasta ahora China se ha especializado en la industria manufacturera mientras que la India lo ha hecho en servicios de tecnologías de la información (STI), como software y servicios relacionados, actividades de Business Process Outsourcing (BPO) como los call centers e incluso las de Knowledge Process Outsourcing (KPO) como los análisis financieros y jurídicos, los diagnósticos médicos a distancia, etc.

El argumento que defiendo es que esa división del trabajo se ha acentuado en los últimos años, como revelan los datos de comercio bilateral y con terceros, y seguramente se mantendrá de aquí en adelante, porque China tiene dificultades para entrar masivamente en el campo de los STI (en buena medida por la relativamente escasa difusión del idioma inglés) y porque la India difícilmente puede competir, a gran escala, con China en la exportación de productos industriales. Además, hay complementariedad estructural en atracción de inversión extranjera directa, inversión en cartera en bonos y, seguramente también, en el acceso a los recursos energéticos, aunque en ese último campo se observen todavía tensiones.

Esas tendencias hacia la división del trabajo superan, a mi modo de ver, las tendencias hacia la competencia que existen en otros campos, como la inversión extranjera en acciones o el acceso a las materias primas no energéticas.

- ¿Cree usted que se está registrando un desplazamiento del poder económico mundial del Oeste hacia el Este?

Sin duda ninguna. Entre 1990 y 2008 el peso de Asia (sin contar Japón) en el producto bruto mundial (en paridad de poder adquisitivo) ha pasado del 13% al 25%. China es ya la segunda mayor economía del mundo (acaba de adelantar a Japón) y se convertirá en la primera entre 2025 y 2030. En los años veinte, la India pasará a ser la cuarta mayor economía del mundo. Si miramos más hacia el futuro, las previsiones de Goldman Sachs indican que el PIB de China duplicará al de EEUU hacia 2050, fecha en la que el de la India conseguirá igualar al estadounidense.

Se trata de un auge imparable, que es más una “re-emergencia” que otra cosa, ya que China e India van camino de recuperar el peso relativo que tuvieron hasta finales del siglo XIX.

- ¿Podría surgir un bloque Chindia en el mundo, que actuara de forma coordinada y unificada en el sistema internacional?

China e India tienen, por encima de algunas rivalidades (entre las que están incluso contenciosos territoriales, que se agravan periódicamente), intereses estratégicos comunes. Se trata de grandes países en desarrollo, en los que la pobreza es todavía importante. Les interesa a ambos una nueva arquitectura comercial o financiera internacional más favorable al desarrollo. Les interesa democratizar las grandes instituciones internacionales. Les interesa igualmente demostrar que la responsabilidad principal de la lucha contra el cambio climático recae en los países desarrollados y eso explica su postura, bastante similar, en la reciente cumbre de Copenhague. Más en general, les interesa acabar con la hegemonía de Occidente, que, bien mirada, es una anomalía en perspectiva histórica.

- ¿Cuáles serían las principales ventajas y desventajas relativas de India y China si las comparáramos una con la otra?

China tiene una mayor integración en la economía mundial, mejores infraestructuras y una industria mucho más desarrollada que la India, que, en cambio, presenta una población más joven (y, por tanto, va a tener hasta 2035 una “ventana de oportunidad” demográfica que en China está ya desapareciendo), una amplia difusión del idioma inglés y un sistema político democrático, entre otras ventajas.

Otra diferencia muy importante es que la incidencia de la pobreza absoluta es mucho mayor en la India que en China: tres cuartas partes de la población india tienen unos ingresos inferiores a dos dólares; esa proporción es de un tercio en China y está disminuyendo mucho más rápidamente.

- ¿Qué país ofrece hoy en día mejores perspectivas para la inversión extranjera, India o China?

En 2008, antes de que la crisis global afectara a los flujos de inversión, China recibió 92.400 millones de dólares de inversión directa, frente a los 46.500 millones de la India. Aunque esta última ha progresado muy rápidamente, el menor desarrollo de las infraestructuras y de la industria y la existencia de algunos desequilibrios macroeconómicos harán, me parece, que China siga por delante durante bastantes años más.

- ¿Como es la relación económica de España con Chindia?

Como es bien sabido, la relación comercial es escasa y está desequilibrada. La inversión de empresas españolas sigue siendo muy pequeña, pese a las relativamente importantes inversiones de Telefónica o el BBVA en China y de varias empresas de infraestructuras y bienes de consumo en la India.

- Las empresas españolas, ¿deben abordar los mercados de India y China como un bloque más o menos homogéneo, o deben diseñar estrategias claramente diferenciadas?

Los mercados de bienes de consumo tienen algunos parecidos pero la importancia de China en la industria manufacturera (y en sectores de acompañamiento de ésta, como el financiero) contrasta con el peso de la India en servicios (y en infraestructuras, donde hay mucho retraso relativo). 

- ¿Cómo valora la política exterior española hacia Chindia?

Las relaciones han progresado mucho en los últimos años, gracias a los sucesivos Planes Asia-Pacífico, que han hecho posible en los últimos años algo muy importante, que ha sido el incremento de las visitas oficiales, por ejemplo de ministros españoles a China.

Pero creo que se echan en falta un todavía mayor impulso político (que se vería facilitado con más visitas del Presidente del Gobierno y si la Dirección General correspondiente del MAEC tuviera más medios) y un mayor apoyo a las empresas. Creo que basta con ver lo que hacen Alemania, Francia o incluso Italia para darse cuenta que seguimos rezagados (proporcionalmente, claro).

- Finalmente, ¿es usted optimista respecto al papel que Chindia va a desempeñar en la comunidad internacional?

Chindia puede ejercer una función estabilizadora en el escenario internacional. Por ejemplo, potenciando una arquitectura comercial o financiera internacional más favorable a los países pobres; un sistema de cooperación para el desarrollo más ambicioso y justo; una democratización de los organismos internacionales (¿cuándo veremos a un chino de Director Gerente del FMI y a un indio de Presidente del Banco Mundial?); una lucha contra el cambio climático que sitúe a los países ricos ante sus responsabilidades; una menor hegemonía de Occidente, etc.

Creo que todo eso sería bueno para la estabilidad en el mundo. Por tal razón, creo que se acabarán imponiendo los intereses estratégicos de los dos países y que tal cosa les conducirá a una profunda y duradera alianza estratégica.