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El legismo y el XIX Congreso del Partido Comunista Chino

Jesús Castillo Abascal


"Hay que favorecer a aquellos cuyas actividades se tengan por útiles, como guerreros y productores de cereales,  y penalizar a los polemistas, filósofos, parásitos y fabricantes de objetos de lujo pues los soberanos deben ser enemigos del despilfarro ya que un Estado se gana con la frugalidad y se pierde con el derroche”.

Han Fei (280 AC-233 AC)

El legismo, ( 法家) también conocido como legalismo, es una corriente de pensamiento  opuesta al confucianismo surgida  entre los siglos V y III antes de nuestra era, durante el periodo conocido como de “Los Reinos Combatientes” .

La principal preocupación de los legistas era el Estado, y su principal objetivo fortalecer el poder del emperador. Para ello  centraban  todo su esfuerzo y atención en la  gestión política.

Al contrario que los confucianistas, los legistas aceptaban la naturaleza humana como tal, sin tratar de cambiarla mediante reglas morales, limitándose a establecer métodos de gobierno efectivos. Las ideas del soberano, plasmadas en normas y leyes que él dictaba, eran la  base del funcionamiento del Estado. Para los legistas, en definitiva, no era la superioridad moral defendida por los confucianistas el fundamento del poder sino las leyes dictadas por el soberano. A su vez, rechazaban la tradición como sustrato de la autoridad, pues  según su fundador Shang Yang (商鞅) “para actuar con eficacia hay que adaptarse a los cambios de acuerdo con la época”.

Tres factores para el buen gobierno

En su teoría, destacan tres factores  esenciales  y que han de estar presentes en el buen gobierno: ley (fa 法) , poder y fuerza (shi 势),  y  métodos administrativos (shu术). De tal manera que el Estado estaría regulado por las leyes, respaldado por el poder y el monopolio de la fuerza, y gestionado por la administración funcionarial.

Es decir, el Estado sería ordenado  por unas leyes claras y escritas, conocidas por todos  y aplicadas con severidad, recompensando a las personas que aporten beneficios y castigando severamente a sus  infractores.

La idea general es la imposición por todos los medios de un modelo riguroso, centralizado y absoluto de gobierno,  del que no se pudieran desgajar poderes independientes que pudieran debilitar el poder central.

Los funcionarios, por tanto, estaban siempre bajo un control muy estricto poniendo orden, garantizando la seguridad y estabilidad, a la vez que perseguían la corrupción, vigilaban los intereses privados, a los ricos empresarios, a comunidades religiosas, al poder de los eunucos, a los servidores del palacio y a los mandos del ejército, previniendo en todo momento la formación de clanes en el seno de la Administración.

Control, supervisión y castigo como fórmula para asegurar la unidad y cohesión del sistema en el que el soberano juega el papel preponderante presidiendo el orden social y político y detentando el más alto rango de la jerarquía social. Y es aquí, según el pensamiento legista, donde reside la esencia moral de la sociedad china, en el respeto a esa jerarquía, que no se concibe como una convención social sino como una expresión de orden natural.

El resultado de esta elaboración teórica es lógico: jerarquía y obediencia facilitan considerablemente  la tarea de gobernar.

Otro gran representante e ideólogo del legismo fue Han Fei (韩非 280 AC-233 AC)  -el Thomas Hobbes chino- quien recopiló las ideas de los pensadores legistas y expuso sus teorías al  primer emperador de China, Qin Shihuang (259 AC- 210 AC) .El emperador conquistó y unificó los reinos que combatían y adoptó el legismo como política de  Estado aplicando sus teorías al pie de la letra y de una manera brutal.

Unificó los pesos y medidas, la escritura y todo aquello que pudiera tener un resultado práctico y simplificara la administración del imperio. Para ello se apoyaba en su funcionariado legista  que constituía en aquel entonces la administración más profesionalizada del mundo, con el objetivo principal de llevar a cabo sus planes de desarrollo agrícola, creación de  infraestructuras, mantenimiento del censo y control de la población, recaudación de impuestos, y la creación de una fuerza que es campesina en los tiempos de paz y es guerrera en los tiempos de guerra.

A su muerte, los emperadores de la dinastía Han (206 AC/ 220 DC)   fueron rechazando poco a poco esta corriente de pensamiento tan estricta, dando paso a ideas confucianistas, si bien  la huella estructural que dejó el legismo en las leyes e instituciones ha estado presente de una manera constante y pronunciada en toda la historia de la gobernanza y administración china desde la dinastía Han  hasta nuestros días.

Muchos reconocidos sinólogos internacionales, entre ellos el recién fallecido André Lévy, sostienen que la doctrina legista es  el ADN de la sociedad china.

Mao Zedong, por ejemplo, contribuyó a poner en  valor los escritos de Han Fei y el actual Secretario General  del Partido, Xi Jinping, cita frecuentemente a Han Fei en  los discursos que acompañan y justifican sus acciones  políticas, sea en la lucha contra la corrupción y  la disidencia, como  en el sistemático adoctrinamiento que se está imponiendo en todos los centros educativos y laborales para asegurar la unidad ideológica del país.

Xi Jinping ha comentado en varias ocasiones que, mención  aparte de Mao Zedong y Carlos Marx,  Han Fei era uno de sus filósofos favoritos. De hecho, Xi Jinping está conjugando en su gestión los tres principales componentes del poder:  la ley, con sus reiteradas referencias  en sus campañas a “gobernar de acuerdo a la ley”  ( yi fa zhi guo依法治国); el  poder y fuerza (shi 势), su autoridad, incontestable, al ser Secretario General del Partido ,  Presidente de la República Popular y  Presidente de la Comisión Militar; y  también los métodos de gestión  (shu术 ) a través de la incorporación de las nuevas tecnologías en la administración y la aplicación  de la inteligencia artificial y datos en los planes de gobernabilidad económica, social y medioambiental.

Qué pasará en el Congreso del PCCH

Por tanto, no es difícil de predecir de una manera general qué es lo que sucederá en el próximo  XIX Congreso del Partido Comunista que se celebrará en unas semanas:

-Lo que veremos no es ni más ni menos que una vuelta a las ideas legistas dirigidas a centralizar el poder en el Partido Comunista y reforzar las decisiones y autoridad del  Secretario del Partido. La política tendrá preferencia sobre la economía, y las leyes y  disciplina tanto dentro como fuera del partido tendrán un papel fundamental.

–Un refuerzo del ejército y del poderío militar. Es evidente que China está desarrollando una política de consolidación hegemónica en Asia que para sostenerla necesita el respaldo de la contundencia militar. La promoción del nacionalismo traerá consigo unas posturas asertivas que crearán tensiones con algunos de sus países vecinos.

- Asistiremos, también,  a una estrategia de adoctrinamiento y control de la población instrumentalizada a través de Sistema Social de Crédito  (诚信系统): un sistema de protección social por puntos que requiere, entre otras cosas, una total adhesión a las ideas del Partido y a sus líderes. De momento, muy controvertido y sospechosamente orwelliano.

Veremos, por tanto, más burocracia y lentitud en la toma decisiones importantes pues muchos  funcionarios y autoridades, ante el temor a equivocarse y el peso de la ley, evitarán asumir responsabilidades.

Asímismo, con el endeudamiento del país, su creciente pérdida de competitividad a medida que aumenta la renta per cápita, y las dificultades de financiación de los  proyectos “estrella” del Presidente (Nueva Ruta de la Seda, Made in China 2025, Healthy China ….) no se pueden descartar  difíciles decisiones económicas de imprevisible coste social.

No olvidemos que la sociedad china, al igual que su economía, su inteligencia y clases medias, tanto urbanas como rurales, son ya muy conscientes del mundo global, están inmersas en las redes, en los hábitos de consumo masivo y acelerado, en el contacto diario con el progreso.

Por ello Xi Jinping desea uniformidad, y cuanta más mejor, para afrontar la enorme tarea que exige la gobernanza del país, y sabe que necesitará mucho tiempo y paciencia para remontar todos los obstáculos a la vista.

Pero sabe también que la implantación del pensamiento legista no se realizará en el corto plazo y que necesitará apoyarse en el ideario, las virtudes y autoridad moral de otros clásicos como Confucio, para llevar a buen término sus planes. Es decir, legista por dentro y confucianista por fuera, de lo contrario  le puede ocurrir lo que al primer emperador Qin Shi Huang, que ambicionando grandes cambios y transformaciones de orden práctico, su mandato  y dinastía duraron poco tiempo.

Cabe cuestionarse, por tanto, la viabilidad del Legismo en el contexto actual, cuando los modelos totalitarios y absolutistas fueron superados hace tiempo por modelos de gobernanza (imperfectos) construidos en torno al ejercicio de la democracia y el reconocimiento de la soberanía (popular), como fundamentos de la ley, es decir no emanadas de la autoridad ni jerarquía del soberano o emperador.
 

Jesús Castillo Abascal, observador de la realidad china, es un profesional con una larga experiencia en el país, en el que ha vivido desde la década los ochenta.