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Wolverhampton, Lopetegui y la IDE china

Magdalena Cadagua

Se observan nuevas tendencias en la inversión China en el exterior, determinadas, esencialmente, por una reducción en el volumen y una mayor racionalidad económica en la selección de proyectos.

De la mejor de las maneras, el entrenador español Julen Lopetegui ha dado por concluida su relación contractual con el club de futbol británico de los Wolverhampton Wanderers, pues parece ser que el club no está en condiciones de cumplir los compromisos asumidos con el entrenador español en materia de contratación de jugadores.

Los que entienden de fútbol podrán vincular esta limitación a la inversión con la relación societaria existente entre el actual presidente del club, el ciudadano chino Guo Guangchang, y el agente futbolístico portugués Jorge Mendes. Pero los que no entienden del deporte rey pueden considerar que el factor explicativo más sólido sea el hecho de que el Sr. Guo sea también el presidente del conglomerado chino FOSUN International.

Los avatares y la aventura vital del Sr. Guo quedan reflejados en el hecho de que fue representante de la 12ª Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino, pasó por dificultades con las autoridades en 2015 y, en 2022, su conglomerado empresarial sufre los efectos de las restricciones crediticia derivada de la actual crisis inmobiliaria china. Así, estas dificultades financieras serían el verdadero y último motivo de esta imposibilidad de fichar jugadores por parte de los Wolves.

Esta situación no es exclusiva de FOSUN. Por el contrario, tras el COVID, se observan dos claras tendencias. La primera es que el alegre shopping spree de la Inversión Directa Extranjera (IDE) china de los años previos a la pandemia, ha llegado a un abrupto fin. Ya pasaron los días de compra de fincas oleícolas y hoteles por parte de empresas chinas del sector químico. Esta tendencia es particularmente clara en el caso de las empresas públicas, objeto ahora de un mayor control en torno a la calidad financiera y el sentido estratégico de sus inversiones en el exterior. La IDE china ha perdido un económicamente inexplicable sentido conglomeral para alinearse, de manera creciente, con el core business de la empresa inversora.

Ahora la inversión china en el exterior se centra en dos vertientes. La primera es la inversión en sectores regulados de remuneración asegurada como, por ejemplo, las energías renovables. Estas inversiones, por sus características de rentabilidad y relativa liquidez, se aproximan más a inversiones puramente financieras que a inversiones directas. La segunda vertiente estratégica es la captación de tecnología a través de la compra de las empresas propietarias de la misma.

De manera creciente, desde el punto de vista de los países receptores, la captación de IDE, en general, y de IDE china, en particular, se plantea como una suerte de “concurso de belleza”, donde se presentan como grandes atractivos las subvenciones, las exenciones fiscales y las potencialidades del mercado interior. Pero lo cierto es que las motivaciones del inversor chino responden, de manera creciente a las dos vertientes mencionadas. La siguiente pregunta es si la arquitectura institucional en materia de captación de IDE se adapta a este nuevo planteamiento.